lunes, 4 de mayo de 2009

No creo


No creo en las elecciones de 2006 –y no porque ganó AMLO, sino porque hay números-, no creo en los balseritos mexicanos extraviados, no creo en Televisa, no en TV Azteca, no creo en la influenza, no creo en nada. Y es que aunque luego Calderón diga que somos la generación que “no cree en nada”, y diga que eso es algo peligroso ¡uuuuhy!, no le creo, y no le creo porque fue alguien que llegó al poder ilegítimamente, o como él lo dice –como lo dicen en su pueblo- “haiga sido como haiga sido”.

La población está asustada y sumergida en teorías como: la entrada a circulación del muy afamado AMERO, la venta a EU del mayor pozo petrolero encontrado en aguas mexicanas, la legalización de las drogas, los narcos, un primero de mayo que traería problemas, un ataque terrorista contra Obama, la teoría del shock y muchas otras más. Y no es para menos –como dirían en mi pueblo y en el de Fecal- “la burra no era arisca…”.

La desesperanza y la desconfianza unas constantes. No aprendemos del pasado y es algo claro; jóvenes que siguen en una postura conservadora y muy cómoda desde que exitosamente se apagó ese “gen revolucionario” en 1968 y una izquierda sin brindar soluciones, sin respuestas y sin rumbo, perdida en ambigüedades.

Estamos en momentos difíciles, y lo que viene: despidos, o “descansos escalonados sin goce de sueldo”, quiebras, cierre de comercios… pero lo más sorprendente es que se lucha en contra del narco, el comercio informal y la inseguridad, cuando es a lo que están orillando a la población, y no porque diga que la salida perfecta a la falta de dinero es entrar a la delincuencia pero tampoco he vivido la desesperación de tener que mantener a una familia y que te paguen 25 pesos diarios.

La “dictadura perfecta” no lo sé, pero lo que sí sé, es que la población de México está de nuevo perpetuando sus desgracias, sus vicios, sus fracasos; un país de perdedores que se refugian en el éxito de los demás, que ven en un medallista olímpico y en gol de la selección sus sueños cumplidos –pueden morir en paz-. Puros chantajes absurdos fabricados, reflejos de lo que somos, nuestra identidad y nuestra tendencia hacía la lastima y la misericordia católico-cristiana, que nos ha enseñado que se tiene que estar siempre en miseria, de lado de lo débil, lo humilde y lo perdedor.

Regresamos esta semana a la universidad después de estas “vacaciones porcinas” y nadie pedirá explicaciones, nadie levantará la voz y quizá hasta lleven su cubre bocas por aquello de la prevención. Pero eso sí, siempre se presume que en las desgracias, en los temblores, explosiones, inundaciones, huracanes, los teletones y ahora las pandemias, somos los más “chidos”, los más unidos.

Es de preocupar, para mí ese país es de mediocres y estará por siempre sustentado en la lágrima y en la compasión, en lugar de en el orgullo y en el desarrollo integral de las capacidades de los individuos. Pero sigan viendo los comerciales de televisa, enseñemos a nuestros hijos que ante las derrotas y los fracasos ¡el mexicano es el más fregón!

¿Y luego todavía se quejan de que nos traten como apestados?

Sólo les digo: nos la hicieron otra vez… por eso digo, no creo.

Y mientras siguen saliendo a la luz teorías cada vez más conspiradoras: desde el brazo quebrado de Calderón hasta la muerte del secretario de gobierno –el español Mouriño-, se inician las terribles campañas y regresamos “paulatinamente” a las rutina diaria, me despido con la siguiente preocupación que tengo: ojalá y no se enfermen en Tonalá de influenza humana porque el gobierno de ese “territorio” tiene un chiquero que da asco –son unos puercos, con perdón de los rositas-.

Saludos

¿Qué es lo bueno? Todo lo que eleva en el hombre el sentimiento de poder, la energía para superarnos y ser hombres excelentes, la voluntad de poder, estar convencidos que por medio de nuestra voluntad aspiramos a ser mejores, superiores en todo el sentido de la palabra, el poder mismo es nuestra motivación, porque nos negamos a ser hombres débiles y mediocres. ¿Qué es lo malo? Todo lo que proviene de la debilidad, el fracaso, la conformidad, la falta de personalidad para hacernos cargo de nuestra vida, el miedo a crecer, a ser diferente, a pensar distinto; todo lo que nos empequeñece y nos hace esclavos por temor a otros. (Nietzsche)

Hay que acercarnos a lo bueno ¿no creen?

Un beso, un abrazo…