jueves, 9 de diciembre de 2010

Fui de 18 otra vez e incluso más pequeño

La verdad, los que me conocen muy bien, saben el dolor y estrés que me causa eso de cumplir años. No es lo mío, me da vergüenza. Quizá sea un poco de angustia o pesar por el paso del tiempo, ese que es el mejor juez. Gracias a la literatura el ser humano puede hacer muchas cosas que la realidad no permite. En este caso ser más joven. La colección del Fondo de Cultura Económica, 18 para los 18 me lo permitió, al menos en mi corazón y mente. Esta reunión de cuentos -como su nombre lo dice, son 18 títulos para los jóvenes de 18 años- me dejó volver a tener esa increíble edad, si bien llena de inmadurez, tal vez llena de mejores y más arriesgadas ideas.

Es una linda colección, a la vez de ser muy valiosa, es una joya que a modo de compendio me dejó desde el inicio con un sabor de boca exquisito. Daría muchas cosas porque todos los muchachos mexicanos que rondan dicha edad tuvieran a bien leer todos y cada unos de los seis libros, y no sólo ellos, sino que como yo, los más grandecitos nos adentráramos en la lectura. Creo que además de despertar el gusto por la literatura en ellos, todos estos cuentos, nos harían mejores seres humanos, aunque sea un poquito.

Hoy en especial, quiero hablar de uno de mis favoritos: “El libro salvaje” de Juan Villoro. Juan es un escritor y periodista mexicano, quizá uno de los más activos, cuyas opiniones siempre son una buena referencia y se encuentran en los medios más críticos y confiables. En este cuento se exploran muchas cosas que me hacen identificar o incluso desear ser el personaje central de la trama.

Un niño, Juan, enfrenta problemas en casa, un divorcio, una madre deprimida y un padre que huye. No es que quiera vivir un divorcio, pero lo que después se le presenta en su vida es genial, digno de querer experimentarlo. Un tío medio loco, que es de lo más sabio, con una biblioteca cuyos únicos límites son los de la imaginación, rescata a Juan por medio de los libros, su mayor pasión, y eso es sólo el inicio de la aventura.

Grandes lecciones me dio el tío de Juan a mí también, sobre todo en cuanto al tema de los libros, como aquello de que los libros te eligen a ti, no tú a ellos. Ellos, se interponen en nuestro camino, para aprender, para llenarnos, para sentirlos, para vivirlos. Se esconden, se mezclan, se caen del librero, se mueven. Juan conoce el primer amor, el más sincero. Un niño que supera o al menos se distrae de sus problemas por medio de lo que yo considero la mejor terapia: la literatura. Ella lo explica todo, lo supera, lo reinventa.

Ojalá y hubiéramos tenido un asesor tan bueno como el tío Tito en nuestra niñez. Tan inteligente como para pedir que vivamos con él en el momento justo, como sabiendo que lo necesitamos y tan loco que parecen interminables las ideas que se le ocurren; un tipo de Don Quijote encerrado en una enorme biblioteca. Encontrar el “libro salvaje” es la trama, pero yo creo que a través del cuento encontramos cosas mucho más interesantes. Viajamos a hacer un análisis de lo que somos, hemos vivido y queremos en verdad ser.

Me incorporé junto con Juan a esta búsqueda, no sólo por el famoso y escurridizo libro, sino por las aventuras que me distrajeron del mundo real como a él. Es interesante descubrir que lo que buscábamos posiblemente está en nuestras manos, así pasa muchas veces en la vida. En fin. Esta colección me ha dejado ser de 18 otra vez. Pero lo curioso es que este cuento en específico, me dejó ser aún más joven, ya que desde el inicio a Juan le puse mi cara y dibujé todas las escenas del libro en una casa que guardó en mi mente y corazón.

Diego Zepeda Acero
Londres, Diciembre 2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario