viernes, 12 de noviembre de 2010

Celebrating life through death

El día de hoy tengo algo que confesar. Nunca en mi vida me había sentido tan orgulloso del día de muertos como estando fuera de México, en Londres. Sinceramente soy partidario de celebrar la vida estando vivos y hacerlo todos los días. Sin embargo, ahora puedo ver claramente que hacer una fiesta por nuestros seres queridos que no están más con nosotros, es una plausible y estupenda forma de recordar lo que alguna vez fue. Ojalá y lo hayamos hecho en vida también.

En mi trabajo, en un colegio en Londres, tuve a bien decidirme por explicar esta semana el tradicional “Día de muertos”. Me preparé con papel picado, litografías, imágenes, calaveras de barro y azúcar. Los chicos se mostraron muy interesados. Les parecía, a pesar de ser una cosa muy rara y digna de un programa de “Aunque usted, no lo crea”, una muy buena idea.

No fue fácil que entendieran conceptos como: “celebrar la vida a través de la muerte”, “patrimonio cultural de la humanidad”, “Catrina”, etc. quizá ni yo los entiendo tan bien. Pero todo esto de la comida, el color, las velas, los altares y las catrinas les agradó o por lo menos eso pude ver por sus reacciones y comentarios. Alguno incluso me llegó a decir con su acento inglés “es algo muy digno para recordar a los muertos”. Se siente fenomenal.

De México, algunas cosas me preocupan –muchas-, algunas me incomodan, otras las evito. Al revisar los periódicos en línea, no encuentro ninguna buena noticia, es más, los cierro con un descontento personal altamente depresivo. Me siento un embajador cultural y representante de mi patria y lo trato de hacer de la manera más sincera y loable, pero por momentos me da tristeza ver la violencia, Temacapulín, la UdeG, la corrupción, el abandono, la impunidad… los mismos y desgastados debates de siempre.

Es por eso que, sentir esa luz de México que brilla desde tiempos prehispánicos es un alivio, es recordar lo que fuimos, somos y podemos llegar a ser. Hoy tomé un artículo del diario “El país” titulado “La mujer más valiente de México”, y a pesar de que podría tener datos alarmantes de violencia, les indiqué a los dos jóvenes con los que tenía clase, que no quería hablar de eso, que no enfocaran su atención en ello.

En el artículo habla a resumidas cuentas de una chica estudiante de 20 años, Marisol Valles, que encabeza la jefatura de la policía de un municipio altamente peligroso. Quería que reflexionaran en la señal que esto daba. Así lo hicieron, me dijeron justo lo que quería escuchar: -de nuevo con su acento inglés- “es una señal para los jóvenes de México y para la paz”, “¡exacto!” respondí yo emocionado.

Emocionado, en un país que tiene también sus debates internos. Que se encuentra ante el recorte más grande de su historia, comparable con el que tuvieron en la segunda guerra mundial. Donde los estudiantes protestan porque tendrán que pagar mucho más por ocupar un lugar en la universidad. Los apoyo en el derecho a la educación y en la necesidad de garantizar su acceso, aunque como también lo pienso para mi país: “la violencia nunca será la respuesta”.

Diego Zepeda Acero
Londres, Noviembre 2010



Yo de la muerte, Diego Zepeda

2 comentarios:

  1. Diego, sigo leyendote...
    Cada una de tus palabras me son tan familiares en estos momentos, por un lado es dificil estar lejos de tu padria, de un pais que con sus altas y bajas te ha dado identidad y con orgullo portas su bandera, las malas decisiones de los gobernantes no son las que hacen un pais. Y por otro lado la satisfaccion personal que en algunos momentos te sientes tan bien que la haces nacional de poder mostrar tantas y tan maravillosas cosas que tiene Mexico. Buena publicacion, buena foto!!

    Lorena O.

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  2. Gracias tus comentarios, como lo dije desde un inicio, me hacen querer seguir escribiendo, de verdad aprecio que seas mi lectora número uno.

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